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La famiglia Moreno Valle

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El presidente Felipe Calderón Hinojosa había aprobado un proyecto turístico municipal y otorgado 60 millones de pesos en recursos federales.

Repentinamente, un delegado de la recién llegada administración morenovallista visitó al edil de la cabecera beneficiada para anunciarle que ese recurso ya estaba en manos del gobierno del estado de Puebla y que sólo le otorgarían 12 millones de pesos.

“¿Qué pasó con el resto?”, preguntó el presidente municipal. “Oficialmente, tú tendrás que firmar de recibido el total de 60 millones”, fue la respuesta única y cerrada del delegado.

Incrédulo, el gobernante municipal comenzó a tocar puertas para buscar una explicación, hasta que recibió la extraña visita de un enviado de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obra Pública, encabezada en aquel año 2011 por Antonio Gali Fayad.

“Las cosas son así: el gobernador manejará tu cuenta pública, el gobernador decidirá lo que recibirás según como tú te comportes, el gobernador dirá qué obras vas a hacer, y el gobernador armará todo tu expediente para que en caso de que algo no te guste, te rebeles o quieras hacerlo público, sencillamente el Congreso del Estado te va a meter a la cárcel”, fue el mensaje recibido por el edil de cierto municipio de la región occidental del estado de Puebla, hace ya casi seis años.

En el pasado, historias como ésta de repente eran provocadas por los gobiernos estatales priístas, especialmente en contra administraciones de la oposición.

Con Rafael Moreno Valle Rosas, este chantaje fue establecido oficialmente como una inviolable ley no escrita para cada uno de los 217 presidentes municipales de Puebla.

El ejecutivo 2011-2017 que se autonombró tácitamente como amo y señor de todo recurso que tocara el territorio poblano, un territorio que vivió del miedo y la pobreza durante los seis años de su mandato.

Y los que siguen.

Pero, ¿cómo es posible que un personaje tan poco carismático, con un discurso con fuerte tufillo al viejo PRI y con oscuros antecedentes familiares, haya llegado a ser un gobernador casi tan autoritario y poderoso como el clan Ávila Camacho?

En la pregunta va la respuesta: su poder lo ha construido a partir del chantaje.

Recién Melquiades Morales Flores confirmó que Mario Marín Torres sería el candidato a la gubernatura de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas se dedicó a apropiarse de la estructura priísta que en ese momento su “padrino” le ofrecía, tal vez como una compensación por la circunstancial omisión política.

Raro en él, actuó con paciencia.

Utilizando a funcionarios melquiadistas que repitieron con Marín y a los personeros de ellos, fue comprando uno a uno a operadores priístas (y no tanto) de esa estructura que asumía paciente y calladamente como suya.

Con los menos, ofreció dinero; con los más, favores futuros.

Simultáneamente, Moreno Valle espió, grabó, fotografió, investigó cada movimiento de Mario Marín y su burbuja. Parientes clave, también.

Información comprada para el chantaje. Chantaje con el cual abonó su poder.

Total, el dinero está sucio mientras no lo tienes para usarlo, le insistía su padre Rafael Moreno Valle Suárez.

Y la fórmula le funcionó.

Fue así como llegó a la gubernatura de Puebla con los honores de una comprada estructura priísta previamente chantajeada (aunque gracias también al muy justificado antipriísmo ciudadano) pero ahora pintada de azul, según el mandato de Moreno Valle Rosas.

El dinero mal habido pero bien “invertido” había dado buenos resultados, según la previsión de su padre.

Sin embargo, el día después de su triunfo electoral, Rafael ya era otro.

Siendo ya gobernador no quería serlo ni pensar como tal.
Si había chantajeado y comprado a un estado, bien podía hacerlo con una estructura nacional que comenzaba a sufrir la crisis de los Calderón.

Y se puso a prueba.

Por un lado, Moreno Valle Suárez comenzó a cobrar favores ganados en México como ejecutivo de cuentas del Citi Bank que fue en su momento.
Moreno Valle Rosas hizo lo propio como discreto “asesor” de priístas salinistas que comenzaban a asumir posiciones en gobiernos estatales, gestionando siempre en Veracruz, estado utilizado para compartir y negociar sus asuntos políticos y personales desde los años 90.

Es cuando un golpe de suerte operó a su favor.
Tras la aprehensión de Francisco Guízar Pavón -el “rey de las gasolinas” de Veracruz-, Rubén Rivera Rodríguez (en aquel otoño de 2010 operador de los Zetas huachicoleros) asumió el control de lo que a la larga sería conocido como el Triángulo Rojo.

Cercanos a este personaje, en los registros de espionaje de Moreno Valle Rosas aparecieron dos nombres importantes: Ángel Uscanga y Jorge Aduna Villavicencio, el gallero.

Con huachicoleros jarochos sin reportar ya beneficios a Veracruz y con sus expedientes en mano, Moreno Valle Rosas se atrevió a chantajearlos y a negociar la plaza del Triángulo Rojo a cambio de la millonaria compensación correspondiente.

Y en efectivo.

En efectivo.

Testigos del “pacto” revelan que Aduna Villavicencio y Patricia Leal Islas fueron los presuntos intermediarios de quien era gobernador electo de Puebla en ese momento.

El “pacto Las Haras-Lomas” es como se conoce a este exitoso ejercicio de chantaje de Moreno Valle, ahora ya con mafias regionales.

Mafias incontrolables en Puebla a la larga, por cierto.

Un pacto que le generó beneficios con circulante que sólo bastaba lavar en Puebla o en el extranjero.

Da igual, le aseguró siempre Moreno Valle Suárez a su hijo, confirmándole dar el siguiente paso: ser candidato a la presidencia de la República.

“No hay manera de señalarlo. Es el tipo de político blanco y rico que esperábamos en Puebla. ¿Que sea un chantajista? Eso no tiene importancia”, comentó al reportero un empresario poblano el día de su toma de posesión, orgulloso de verse gobernado por un poblano de raza blanca.

Chantajista, sin embargo, que implicaba traición y opresión.
Testigos de esas deslealtades lo fueron en su momento José Antonio Peniche y Fernando Manzanilla quienes, desde su silencio, revelaron otro perfil más de Moreno Valle Rosas: el chantajista corroído por la venganza personal.

Muchos exmorenovallistas dan ahora cuenta de ello.

Pero esa es otra historia.

Lo cierto es que, siempre inseguro y solitario, Rafael Moreno Valle Rosas pone e impone para proteger sus inseguridades.

No es una sorpresa que ahora piense imponer a su esposa como gobernadora, víctima también de chantaje sentimental, en este caso.

Y de llevar a cargos de elección popular a quienes se han sometido a sus chantajes, pues así se los ha prometido.

El año pasado, el reportero tuvo la oportunidad de entrevistarse con un comunicador poblano. Uno de los llamados líderes de opinión al servicio del oficialismo morenovallista.

-¿Qué fue lo que pasó, por qué cediste?-, fue mi pregunta.

-Qué quieres que haga. Es la famiglia Moreno Valle…

 

© Adolfo Flores Fragoso


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